Están revueltos los enfermos, cansados de ser carne de cañón y sobre todo de olvido.
Después de estos días de ausencia los he encontrado más tristes que nunca y más enfermos. Me siento culpable por mi felicidad y valoro cosas que nunca valoraría si no estuviera cerca de ellos.
He pensado en la suerte que tengo de estar sana y de poder perder el tiempo en este blog
o paseando con mis perros por el campo y bañarme o hablar con Paju por tfono durante horas de pasado mañana cuando nos veamos; o con Pedro que es uno de los amores de mi vida y que está ingresado en un hospital mientras yo estoy aquí tan lejos sin poder cuidarle.
Le he mandado rosas por Interflora que es una especie de cartero de emociones pero en cuanto me dejen, me escapo para abrazarle mucho.
Ellos mientras seguirán ahí, encerrados y limitados como si no fueran personas dignas de libertad y no lo entiendo.
La Psiquiatría no sabe nada de nada y los que los cuidamos tampoco sabemos nada.
Yo sólo intento saberlos pero fracaso continuamente.
1 comentario:
...y más que te lo agradeceré si sigues poniéndolo por aquí. Anda, que otra cosa no seré pero como no estoy acostumbrado a que nadie haga nada por mí, cuando alguien lo hace....pues eso.
Un beso.
Ignacio
Publicar un comentario