Arriba y centrado, muy centrado siempre, Antolín´en el café Gijón mirando el mar que Olga Pais le trajo a Paco Caro en una botellita. (Fotografia de Bletisa)
Antolín Amador es un poeta muy joven con mucho que decir. Lo más importante no es ya lo que dice sino cómo lo dice.
En poesía todo está dicho pero hay tantas formas de contar como poetas existen y Amador tiene una propia e inconfundible, tan personal que la hace única y reconocible en cuanto el lector se enfrenta a ella (a la poesía de Antolín hay que enfrentarse) y surge la sorpresa.
Lleva como el buen vino, denominación de origen que en su caso sería y por la edad que tiene, un cosecha rosado (muy difícil de encontrar) que promete las más agradables sensaciones en lo que será su cenit dentro de diez años.
Lo leo desde que publica en Poesipura y hubo un tiempo en el que temí que influenciado por otras “tendencias” con buenas intenciones pudiera perder ese estilo propio que lo diferencia.
Afortunadamente - presiento que es un desobediente un tanto canalla que dice si y hace no- se ha pasado por el forro de sus caprichos los cordiales consejos de esas “ tendencias” y con una sonrisa cautivadora, con sus gafitas de alumno aventajado se ha sabido zafar de sus pretendidos maestros sin dejar de apretar sus manos cordialmente.
Es un urbanita de barrio y listo como un conejo el chico este y coje o deja según le interese
¡Loado sea Dios, cómo me gustan los listos!
Tiene poemas espectaculares pero pongo este por ser el último que he leído.
MARKETING d.c.
Tal vez este domingo vaya a misa.
Es una coincidencia en la que suele incurrir
cuando tiene los miedos
a la altura legítima.
Sin embargo no duda,
es como amanecer detrás de una trinchera
con el rimel corrido
y la cabeza a punto de explotar.
Incluso los agnósticos somos buenos rehenes
cuando suena la alarma.
A quién se le ocurrió decir que a dIOS
se le da mal el "marketing".
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