Hoy es Domingo y los domingos siempre han sido días raros. Ya de pequeña me producían tristeza. Supongo que sería porque al día siguiente había que volver a la escuela y eso nos gustaba muy poco a los niños de entonces.
Las escuelas de antaño no eran sitios donde se aprendía jugando como las de ahora sino lugares donde la disciplina era férrea y sabías que raro era el día que regresabas a casa sin algún cachete de la correspondiente maestra- Nieves se llamaba la mía- por no saberte de memoria los afluentes del Duero o el nombre de los hijos de Jacob que eran muchísimos para nuestra desgracia, por lo menos doce o trece y debido sin duda a que entonces no había métodos anticonceptivos eficaces.
Todavía me pregunto por qué se empeñaría Doña Nieves en que me aprendiera los nombres de tanta gente ….
Los domingos había que ir a misa y para ello tu madre te lavaba mucho, mucho más de lo normal, tanto que casi te ahogaba en la bañera cuando te aclaraba la cabeza y se empeñaba en ponerte Camomila Intea para que te salieran reflejos rubios y angelicales
en el pelo…
¡Y las bragas! Había que ponerse las bragas de ganchillo a juego con los calcetines que amorosamente había tejido mi abuela pero que eran incomodísimas y te dejaban todo el culo lleno de marcas y además picaban mucho cuando te sentabas.
Para colmo de males los domingos había que comer paella o un arroz disfrazado de paella absolutamente odiosa y llena de granos muy amarillos por el colorante Carmencita, con trocitos de carne y algún guisantito desvalido.
Bueno no todo era tan malo los domingos porque tu padre te llevaba al canódromo y también recibías la propina, la escueta paga que te daba para comprar una bolsa de pipas y algún caramelo Saci .
Hoy es Domingo y sigo teniendo la sensación de que los domingos son días muy raros. Tal vez sea porque mañana es lunes y me tocan mis “locos”, hacer paella, lavar a los niños mucho más de lo normal, darles la paga….
Bletisa.
1 comentario:
¡ay! esos domingos de misa obligada donde si no presentabas por la tarde un tiquet justificando que habías acudido a la de diez, no entrabas a casa del cura a ver una peli(siempre de la historia sagrada, claro)y a ti, naturalmente, te gustaba más misa de doce -odiaba madrugar, ahora también-,pero odiabas mucho más sentirte marginada:la peli podía importarte un comino, pero no estar con las niñas y niños cumplidores del orden establecido, te hacía sentir un bicho raro, y eso no siempre se podía asumir, sólo algunas veces...
Bletisa, me he enrollado, pero hija, tú has tirado del hilo con tanta maestría...Gracias por estos (y otros) buenos ratos, aunque nunca llevé bragas de ganchillo; las usaba de algodon y como mucho, con puntillas, eso sí, de cuello alto. Un beso, bleti.
Sagrario.
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