Ayer por la noche me tocó guardia y estuve hablando mucho tiempo con uno de nuestros enfermos ingresados.
Se llama Miguel Angel y él es un alma libre. Está en regimen de rehabilitación y puede salir y entrar casi a su antojo.
Acude regularmente a tertulias literarias y su referente- EL MAESTRO, como dice a boca llena- es Agustín García Calvo, poeta Zamorano del que es amigo hace muchos años.
Hacía mucho calor y hablamos mucho rato en el patio a la luz de las estrellas saltándome todo el protocolo que tenemos establecido para el descanso de los enfermos.
Miguel Angel no tenía sueño ni yo ganas de que se fuera a dormir y me cantó todos los poemas de Agustín con esa voz quebrada que tiene.
Me contó cosas de Claudio Rodríguez -porque sabe que me gusta mucho- de cuando ya estaba muy enfermo y de la novia de Agustín que es muy chulita y también "poetuja" y que dice que lo trata mal.
Miguel Angel siente tanta admiración por Agustín que hasta se viste como él e intenta escaparse a Madrid para ir a su casa.
Me cantó el poema de García Calvo “Libre te quiero” que Amancio Prada musicó de manera excepcional.
Me emocioné porque Miguel angel me emociona siempre. Un día le voy a pedir permiso a su psiquiatra (me lo dá sin ninguna duda) y me lo voy a llevar al Gijón para que lea sus coplillas (como él dice) o un poema mío diciendo que es suyo (como dice el muy tramposo)
Tendré el permiso de todos, de David también seguramente, porque Miguel Angel se lo merece.
Miguel Angel es un ser excepcional con su enfermedad a cuestas que me ha cautivado especialmente por ser como es, por su humanidad, por el hecho de ser poeta y amar la poesía hasta límites insospechados.
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