sábado, 27 de junio de 2009

SLOW LIFE

Ya estoy oficialmente de vacaciones.
Cuando estoy de vacaciones lo que me gusta es irme, desaparecer por ahí lo más lejos posible.
Si me quedo en casa lo único que hago es pensar en “mis locos” y sentir la necesidad de verlos. Pienso obsesivamente en que ellos no se van nunca a ninguna parte y los imagino dando vueltas en el patio como todos los días de su vida y se me revuelve el estómago.

No es que yo sea una persona buenísima, ni una enfermera excepcional, ni nada de eso. Soy una mujer de mi edad normalita, corriente y moliente.

Empiezo a pensar -sobre todo oyendo a mis compañeros- que lo mío no es normal, que tengo algún síndrome de esos a los que los americanos ponen un nombre fácil, corto y muy explicativo para cualquier cosa.

Ayer leí en una revista que se han inventado un “movimiento” nuevo que tiene muchos adeptos y que se llama slow life y que aboga por la vida lenta, tranquila, despacio.
Hasta hay ciudades con denominación Slow life que para serlo tienen que cumplir unos requisitos determinados y complicadísimos.
Me parece una gilipollez como un piano si tenemos en cuenta que la vida es corta y que hay que darse prisa porque se acaba enseguida.

Para Slow Life la de mis locos, dando vueltas por el patio del manicomio con todo el tiempo del mundo a su disposición para morirse Slowmente de pena.

¡Pero qué imbéciles somos!

2 comentarios:

Jose Zúñiga dijo...

A tu aire, disfruta esas vacaciones. En dos días empiezan las mías.
"ansiophe", esa es la palabra que me pide el trasto, qué cosas

Bletisa dijo...

Pues que las difrutes como quieras sin ansiophe ni nada Zúñiga.
El ansiophe a la guillotina por si acaso.