Capítulo tercero.
Afortunadamente no todos eran Clodomiro y también habían venido a verme otros compañeros de los que aprendí que la enfermedad mental ya lleva implícito mucho más sufrimiento que otro mal cualquiera por lo que no tenía sentido aumentarlo con normas demasiado estrictas, con prohibiciones de todo tipo, por muy establecidas que allí estuvieran, debido sobre todo a las malas costumbres aprendidas y arraigadas porque habían pasado de padres a hijos sobre todo en el personal no sanitario. Era común que por enchufe en otros tiempos, allí entraran a trabajar hijos de padres a su vez enchufados sin ninguna formación específica, casi siempre venidos del campo.
No todo el mundo puede ni debe trabajar en enfermedad mental porque además de un carácter determinado, sobre todo por la alegría, la empatía y la compasión, se necesitan conocimientos especiales para poder comprenderla, tratarla y cuidarla.
Aurorita era una enfermera que mucho antes de que yo llegara al manicomio ya me había transmitido en conversaciones de pasillo o de cafetería su pasión por la profesión enfermera en este campo sembrado de “locos” y de cómo ellos le habían forjado un carácter amable, risueño y vital en aquella mujer de apenas uno cincuenta a la que jamás ni un enfermo osó agredirla por muy agitado que estuviera en ese momento, siendo por el contrario queridísima entre los enfermos.
La población enferma siempre es la misma por tratarse de una enfermedad crónica y entran y salen de la unidad como por una puerta giratoria toda su vida hasta que fallecen. Esto crea unos lazos de afecto o de odio entre cuidadores y cuidados donde los cuidados llevan siempre las de perder en caso de no conexión.
Aurorita conectaba cómo por arte de magia.
Juro que la vi y que asomó la cabeza para mirarme pero no podía ser porque Aurorita había fallecido unos años antes que yo y muy joven en un accidente de tráfico que conmocionó a todo el hospital.
Fue una gran perdida.
….continuará.
13 comentarios:
Si tiene ese tipo de visiones corre el peligro de que la cambien de equipo.
Me gusta lo que veo, aunque no puedo ver la cara para decir que me gusta tambien. ¿tiene arreglo?
No creo que se les ocurra cambiarme, mi venganza de muertecita-ita sería terrible.
¿Quiere verme el careto?
Pues claro Jorge, soy puro exhibicionismo.
Míreme usted, apuesto caballero.
http://bletisadas.blogspot.com/2010/08/re-pongo-para-promocionarme.html
La cara gusta, el no suena a frontera.
A recogimiento, a acurrucamiento debe sonarle.
No sé nada de fronteras.
Acurrucamiento, es algo que me gusta.
En las fronteras coincidimos.
Me gustausted Jorge y yo no tengo la culpa (cómo dice Batania)
En fin....
Perdone usted la tardanza, andaba leyendo la poesia de algunos locos.
Hasta le deje comentario en elprincipio del principio (no se si le llegara).
No sienta culpa.
La perseverancia siempre es recopensada.
(Me llega)
Lea, lea y regrese después que tengo el día tonto.
Gracias Jorge,es usted muy amable y hermoso. :)
regreso.
Hermoso es algo que nadie me ha llamado (probablemente necesite usted gafas).
Definame "dia tonto" y a que da derecho.
Vaya, vaya...
Parece que esta muertecita-ita hace sus escapaditas al más acá-mumdo de los vivos.
Interesante...
Y ahora en serio, besos.
Hola Bletisa!!
Cómo me gusta..por ahí debe asomar mucha gente,unos cercanos y queridos y otros no tanto.
Se necesita ser de una pasta especial,aparte de tener un corazón enorme tratar con enfermos mentales,dice mucho de ti,en el mundo de la medicina nos encontramos de todo,y no siempre bueno,por eso cuando tenemos una profesional,de verdad,delante,se nota en el trato,con los ancianos pasa algo parecido,necesitan un cariño especial y un trato muy humano,aparte de mucha paciencia,jaja
Un beso
Sí Soco. Estar todo el rato muertecita es muy aburrido.
Un beso.
No Estrella, sólo tiene que gustarte lo que haces y estar formada para hacerlo bien.
A mí me cutivó hace mucho tiempo mi curro.
Publicar un comentario