A todos nos llegaron las tormentas
nos calaron hasta el alma,
nos ahogaron la alegría, la esperanza
las ganas de vivir de otra manera.
Y aprendimos a ser náufragos
encaramados a veces
en astillas diminutas que nos hirieron aún más.
Nos alimentó la sal y masticamos arena,
nos azotaron los vientos cada gesto,
cada impulso hacía la luna, cada dedo.
¡Zozobramos tantas veces
como un barco sin timón ni capitán¡
No sabíamos aún que sabíamos nadar
que llevábamos de serie incorporadas
boyas repletas de aire para poder resistir
hasta anclar al abrigo de otros puertos.
9 comentarios:
Me uno a tu mensaje. Ahora quiere ser Alberto, pero para mí seguirá Batania si así lo quiere.
¡Qué cosas tiene el amor, para bien... y para mal!
Otras costas, otros mares y siempre un horizonte.
Besos.
A Alberto le ha de encantar. Es precioso, Bleti...
Besos a los dos. Soco
Conozco a Batania de la lectura de todas sus cosas y a Alberto de un encuentro fugaz.
Son la misma cosa por mucho que él se empeñe.
El desamor produce un dolor imposible de contar pero hay horizontes amables y los que somos ya "talluditos" lo sabemos muy bien.
No creo Soco porque no es más que un impulso de esos que a veces borro enseguida, pero es igual, él a mí si y mucho además.
Casi siempre escribo para mí con la disculpa de "los otros"
¿O era al contrario?
Abrazos para tí Soco.
joder, ble, me encanta, te agranda el pecho, el mío y el tuyo, precioso gesto
Hermoso poema. Mis deseos de que le sirva un poco de bálsamo en este momento.
Gracias Angel.
Nada sirve Gato.
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