No sé bien qué les pasa
pero caen cual kamikazes
haciéndome agujeros en la nuca.
Indefectiblemente,
cuando suenan las doce,
deciden suicidarse
tirándose en picado a mi cabeza.
No me sirven de nada
los miles de sombreros, de cascos, de artilugios
que he ido acumulando en los altillos
con tal de protegerme.
Ellas van a lo suyo
siguiendo las consignas de su sino
y miden al segundo las distancias
y el tiempo que me queda.
¡Valiente hija de puta la menor!
¡Valiente hija de puta la mayor!
6 comentarios:
La menor, la mayor, y el padre que las trajo!
Me ha gustado especialmente la tercera estrofa.
Un abrazo
Si ya lo dice el bolero: reloj, no marques las horas. Qué te voy a decir del tiempo que no sepas!
Sí, muy de mi gusto el lo que sea.
Bs
Haz como si no las vieras, Ble, como si no las oyeras, ignóralas o pásate al digital, o al sin reloj, o al sin sentido, o al sin decoro. Total, si el tiempo no existe...
¡Calla!, ¡calla!, que ni yo mismo me lo creo, pero ¿a que es bueno creerse que somos dueños de algo?
Me quedo con lo de hijas de puta de la mayor y de la menor, por lo poético claro. Allá cada cual. Y ahora llámame académico...jajajaja.
Un abrazo.
Sería algún relojero digo yo.
Son asquerositas, la verdad.
Un beso José.
Por suerte (estoy viva)sé mucho, pero me trae a mal traer.
Muaccc Zú.
Pues tienes razón académico don Santiago; mañana cuelgo uno de Coca-Cola que tengo por ahí yq ue le den morcillas a las manecillas (mira rima y todo)
Bien poéticos que son los tacos finales que lo sepas. Son improntas directitas del corazon al teclado.
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