A VUELTAS CON EL PLAGIO.

Sigue coleando el tema del plagio entre poetas que escriben en el ciberespacio como si nunca antes hubiera ocurrido esto.
Todo el mundo parece sorprendido y se oyen -o al menos a mi me llegan en montones de correos- ¡uys, ois, ays! megasorpendidos de que esto ocurra.
Es cierto que lo de Lemoine (Jorge) ha sido tan burdo que casi parece una broma; hasta he llegado a pensar que efectivamente, lo que quería era “antolologar” a grandes poetas “poenautas” pero que se le olvidó referenciar sus nombres debajo de cada poema.
Vale, vale, ya sé que debo ser seria porque muchas personas se sienten perjudicadas pero no puedo por menos que esbozar una sonrisa e incluso a veces reír abiertamente a carcajadas, cada vez que pienso en Jorge o leo los correos que me envía.
El ha sido siempre una de mis debilidades en la RED por muchos motivos. Es un personaje casi de ficción o sin el casi diría yo.
El caso es que no debería preocuparnos tanto Jorge Lemoine y sus locuras manifiestas como otros personajes menos definidos, menos locos e infinitamente más psicópatas, imbéciles, hijos de puta, malas personas, que circulan tan campantes y que son incluso reconocidos en círculos literarios, que basan su obra en el plagio más sutil, más trabajado, más comedido, más sibilino.
Viene al pelo ese refrán sabiamente popular que dice: “líbreme Dios del agua mansa, que de la brava ya me libraré yo”
Pues eso, que a Jorge le precede su enfermedad y se anuncia a bombo y platillo pero otros sanísimos reptan y hasta medran robando lo único que es intransferible y único en un ser humano: su creatividad. Sigo sin entender lo más profundo de los motivos que mueven a estos individuos.