Nada estaba previsto, ni siquiera la luz.
Todo se parecía a un carrusel de feria
donde los inocentes dan vueltas y más vueltas
sin principio ni fin.
Como un par de peonzas de perfectas elipsis
girábamos sin miedo sobre nosotros mismos,
sobre puntas de plata talladas en el alma.
Montábamos caballos desbocados,
veloces hasta el punto donde amanece el miedo.
Y en la inocencia blanca, sin vértigo, inconsciente
girábamos, girábamos, girábamos.
Bletisa.
4 comentarios:
Hermosísimo Amparo. Pero esto tú ya lo sabes.
Una maldad: no te olvides la biodramina...
Un abrazo.
Giróvagos, hortensias... Así andamos.
Ya sabes tú lo que pienso de mi poesía Santiago pero esta vez tienes razón, lo es.
Otra: Prefiero marearme hasta caer redonda ;)
Y llueve Zú......bah. Así.
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