viernes, 23 de abril de 2010
LA MEMORIA
No tengo ningún abuelo fusilado en ninguna guerra y tal vez por eso no acabo de entender que no se deje en paz a los muertos, estén donde estén.
Los míos están en el cementerio pero si estuvieran en una cuneta (mi abuela Amalia sola y con nueve hijos a su cargo se jugó la vida muchas veces por esconder a perseguidos en el sótano de su comercio en Salamanca) os aseguro que me daría exactamente igual.
Tanto en un sitio como en otro, allí no hay más que los despojos de un cuerpo, de una materia.
La memoria de lo que fueron esas personas es lo importante, lo que hay que conservar a ultranza es el recuerdo de lo que nos legaron, de sus experiencias vitales buenas o malas, de su ejemplo y saber estar ante lo que les tocó vivir. Lo importante es nuestro respeto.
Una guerra es horrible siempre y yo que tuve abuelos a los que les tocó vivir en una zona y en otra os puedo asegurar que contaban cosas parecidas. El ser humano se vuelve infinitamente mezquino cuando guerrea.
Ya, ya sé que si además te toca en el bando perdedor, el sufrimiento alcanza cuotas dramáticas.
Lo importante-insisto- de verdad es la memoria, pero no la histórica que parece que sólo sirve para despertar odios, si no olvidados, sí medio dormidos. Lo importante es el recuerdo respetuoso de los que sufrieron y la transmisión de su legado vital.
Yo no creo que haya mucho que investigar, nada que no se sepa y que en el fondo del corazón no se de por sentado, pero si el juez Garzón quiere hacerlo deben dejar que lo haga sin ningún impedimento. Luz y taquígrafos pero sin parafernalias, con sosiego.
Más visiones del tema aquí, aquí, aquí.
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10 comentarios:
¿Sabes? Eres de las pocas que se atreven a decir que en ambos bandos se cometieron atrocidades... supongo que el resto se ciñen a lo "politicamente correcto".
Con respecto a Garzón... yo es que debo ser muy rara: si la Audiencia Nacional entiende que hay un motivo para investigar o juzgar a este señor, imagino que es por algo. Quiero decir: está bien que investigue crímenes, pero las cosas hay que hacerlas ajustándose a derecho, desde el primero al último. Y me da lo mismo quién denuncie: si no hay base, una denuncia no se tramita, no prospera y se queda en el pataleo de cuatro monigotes. Pero si hay base, si se admite a trámite, es por algo. Y me parece muy grave que se quiera defender que un juez pueda hacer lo que quiera y como quiera solo porque su voluntad sea buena. Esas no son las bases del estado de derecho...
Es sólo mi opinión, claro.
De acuerdo contigo de pe a pa, Bleti. Yo también tengo a mis abuelos enterrados en el cementerio, y pienso que es mejor no remover huesos, aunque respeto a quien quiera hacerlo. Y no los visito. Los recuerdo y basta. Esa es la memoria de que hablas, y ese enfoque me gusta.
La verdad es que no pensaba decir nada, pero al leer lo de la querida Techu me he revuelto un poco. Me vas a perdonar que a continuación conteste a sus planteamientos. Como aquí ha dejado el comentario, aquí lo respondo.
Bss.
Ay, Mayte no quería yo meterme en este berenjenal pero hay cosas que aclarar. Tal vez mi formación jurídica (que no mi ideología) me haga ver las cosas de forma distinta a como las ves tú. Y es que no es la Audiencia quien considera que hay indicios de prevaricación, sino el Supremo. El matiz es importante, porque fíjate lo que dice Clara Bayarri, magistrada de la Audiencia Nacional, que emitió un voto particular discrepante, junto a Ricardo de Prada y Ramón Sáez, en el que se mostraba partidaria de la competencia de la Audiencia Nacional para investigar los crímenes del franquismo. Como lo explica mejor que yo y, además, habla de canciones, te lo transcribo tal cual:
“Iva Zanicchi desgranaba con voz aterciopelada la letra de una canción en la que se describía el horror y lo absurdo de las guerras. A nada conduce el enfrentamiento crispado, el agrio exabrupto, la belicosidad visceral.... sólo a la involución. Yo no quiero volver a "la orilla blanca, la orilla negra" que cantaba en los años sesenta la bellísima italiana, ni quiero que se me adjudiquen banderas que limiten mi percepción del paisaje.
Quiero poder discrepar, con honestidad, y con absoluto respeto a la opinión de los otros. Pero quiero también que se respete mi discrepancia con idéntica empatía.
En derecho, la discrepancia es algo normal y, hasta diría que útil, saludable y necesario. Hasta tal punto normal que los tribunales colegiados se han constituido por ley siempre en número impar para que, previendo las seguras discrepancias, nunca pueda producirse un empate que paralice la adopción de resoluciones. Tan previsto está en la ley que jueces y tribunales discrepemos entre nosotros sobre una determinada interpretación legal o respecto a la valoración de las pruebas que la figura del "voto particular" está detallada y expresamente regulada.
Así, si el que discrepa del parecer de la mayoría es el designado ponente de la causa (el encargado del trámite y de redactar la sentencia), éste tiene obligación de formular un voto particular respecto de la resolución que se dicte: "Si... no se conformare con el voto de la mayoría, declinará la redacción de la resolución, debiendo formular motivadamente su voto particular" (artículo 206 de la Ley Orgánica del Poder Judicial).
(continúa)
Cuando el que discrepe de la opinión mayoritaria sea uno de los magistrados que no tiene encomendada la redacción de la sentencia, podrá firmar la sentencia, aunque no esté de acuerdo con ella, o formular voto particular en el que formule las razones de su discrepancia (artículo 260 LOPJ). En uso de este derecho, formulamos, otros compañeros y yo, un voto particular el 4 de diciembre de 2008 frente al auto de 2 de diciembre de 2008 del Pleno de la Sala Penal de la Audiencia Nacional que declaró la incompetencia del magistrado juez de Instrucción Central nº 5, D. Baltasar Garzón, en el Sumario 53/2008 y ello, además de por razones procesales, por la firme convicción de que la Audiencia Nacional es la competente para la investigación de los delitos de lesa humanidad y genocidio que la sistemática y masiva eliminación de adversarios políticos que se verificó en nuestro país tras la Guerra Civil constituye.
Soy, sí, una discrepante. No estimo por ello que mis compañeros de tribunal sean unos ignorantes o unos prevaricadores: sencillamente, interpretan la ley de modo diferente al mío. Soy una discrepante, sí, pero no soy por ello una grosera ignorante de la legalidad ni una prevaricadora: el artículo 6 de la Ley Orgánica del Poder Judicial establece que los jueces y tribunales no aplicarán las leyes y normas contrarias a la Constitución, y el artículo 10.2 de la Constitución establece que las normas relativas a la interpretación de los derechos fundamentales (y el derecho a la tutela judicial efectiva lo es) se interpretarán conforme a la Declaración Universal de Derechos Humanos y a los tratados y convenios internacionales ratificados por España. No soy un enemigo a abatir. Ni tan siquiera un adversario. Soy una discrepante. Nada más. Nada menos. Soy una discrepante, sí. Y a mucha honra”
Estamos hablando de Derecho. Naturalmente, El magistrado Varela tiene derecho, él también, a discrepar (y no por ello prevarica, aunque ya tiene dos querellas al respecto). Pero se está quedando solito en el mundo jurídico.
Y hablas de atrocidades: sí, en los dos bandos hubo, tremendas atrocidades. Yo, como muchos, tengo víctimas en los dos. Mi padre era falangista y se libró de milagro (el problema lo tuvo luego, cuando casó con huérfana del otro bando. Que eso en los pueblos estaba muy mal visto). Otros, no. Del lado nacional también tengo víctimas. Pero esas están honradas, algunas en los altares, y sus asesinos, que los hubo, pagaron y bien. Son los que perdieron los que no han sido honrados. Y yo creo que es justicia. Histórica, si quieres. O poética. Pero no me parece honesto equiparar ambas situaciones: a igual atrocidad, igual reparación (fíjate que no digo castigo).
Punto. A veces tengo que poner punto en las íes. Sobre todo si es con gente a la que quiero, como a ti.
Siempre he tenido la misma opinión que Bleti -porque también me quiero mover en un mundo real y pragmático a estas alturas-, pero después de las explicaciones de Jose, me quedan más claras las razones que se alegan para exigir una recuperación de la memoria histórica por parte de uno de los bandos en concreto y la reparación de agravios que se le causaron. Esencialmente porque el otro bando, el vencedor, se encargó de taparlo todo. Bueno...
Aunque tampoco me queda claro del todo, porque si empezáramos a tirar del hilo, no sería el único agravio en la historia de la humanidad, ni la única memoria histórica que habríamos recuperar. Tendríamos que ir avanzando a través de los siglos, con los correspondientes gastos económicos que conlleva.
Considero muy justo que se atienda a las familias que lo requieran, sobre todo porque como dicen los psicólogos, hasta que no se recupera cadáver no existe duelo, despedida, conclusión, tranquilidad para su familia. En el morbo de investigar si la bala penetró por el occipital o por el parietal, no me apetece entrar. A estas alturas, qué cambiaría de los sentimientos, o del cursode la historia.
Pero también convendréis conmigo que existe siempre, e inevitablemente -lo sé-, la vergonzosa utilización política e ideológica de estos asuntos puramente humanos -y también poéticos, en el mejor sentido, por qué no-. Es decir "a río revuelto, ganancias de pescadores" Si la familia y amigos íntimos de F. G. Lorca no lo exigen ni sienten preocupación -ellos que son los más directamente afectados-, si a los miles de admiradores de su obra, tampoco les quita el sueño encontrar el lugar exacto donde reposan sus huesos, ¿a qué viene, en época de crisis económica galopante y de futuro realmente incierto, empeñarse en buscar sus restos a cualquier precio? Detrás de todo esto puede haber también, como digo, motivos puramente políticos, ideológicos, tácticamente partidistas e incluso mercantilistas del tipo de futuros santuarios de peregrinajes.
La intervención de Jose es magnífica e inapreciable. Gracias. Bueno, la de los tres.
ABRAZOS cariñosos para todos.
Gracias, Jose, por las aclaraciones. La verdad es que a veces mi fe en la justicia es más utópica que otra cosa. Quiero creer que no se juzga a nadie sin motivo y que existen unas leyes que en cierto modo garantizan que cualquiera que tenga un poquito de poder lo utilizará correctamente. Lo dicho, puro idealismo mio, je je.
Yo también creo que hay que investigar y reparar, sí. Luego está lo de desenterrar, que ya no me gusta, pero eso es algo personal; en mi familia no vamos a los cementerios, no honramos la memoria de los muertos ante una lápida. De hecho, mis abuelos fueron incinerados y no recogimos sus cenizas. Sus cuerpos no nos importaban, por decirlo de alguna forma.
El problema que tengo con la "memoria histórica" es que no veo que se hable demasiado de la realidad, de las barbaridades que se cometieron por todas partes y en todos los pueblos, sino que se insiste en el estereotipo del republicano bondadoso, culto e idealista contra el falangista con bigotito que sólo ha leído el catecismo... no sé si me explico. Creo que la lección que debemos aprender es la de la democracia y el respeto, no la de "ahora nos toca a nosotros"... pero vamos, que son disquisiciones mías.
No hbía leído tu comentario, Víctor, creo que debo decirte que suscribo esas reflexiones, En particular lo de Lorca, que no sé si me parece un chiste o una desvergüenza.
Abrazo
Querida Bletisa:
Te pongo aquí el comentario que haría en tu grabación (allí no parece que se pueda)
Tu reputación intacta. Aún más crecida. Practica, amiga, tienes mucho camino recorrido.
Gracias por lo que escribes y por cómo eres.
Besos
Enrique Gracia Trinidad
Han enriquecido las "periodísticas" noticias que tenía sobre el tema.
Interesantísimos aportes.
Desde otro ángulo, en la Argentina, vivimos una interminable historia (por más juicios que hayan existido) entre militares y "desaparecidos".
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